El aeropuerto de Bilbao cerró 2010 con unas ganancias netas de 2,37 millones de euros, aumentó su tráfico en un 6,4% y su facturación en un 7,4%. Tiene ante sí, además, un prometedor horizonte ante la previsión de algunas compañías de reforzar sus conexiones con más vuelos y abrir nuevas rutas.
También es una buena noticia para el País Vasco que Hondarribia incremente sus vuelos diarios a Madrid y Barcelona, pese a haber sufrido unas pérdidas en 2010 de 4,57 millones de euros.
En Álava hay menos motivos para la satisfacción. Quizá el único es que el Gobierno Vasco, el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, la Diputación Foral de Álava y la Cámara de Comercio e Industria de Álava estamos consiguiendo, a través de VIA, Sociedad para la Promoción del Aeropuerto de Vitoria-Gasteiz, mantener a Foronda entre los cinco primeros aeropuertos de carga de España.
Pero un aeropuerto con las características y posibilidades del de Vitoria no puede ni debe ser sólo carguero. Necesita del pasaje -recientemente Foronda ha perdido su última conexión con Madrid-, incluso para crecer en carga, porque los aviones de pasajeros transportan mercancías en sus bodegas a precios más asequibles.
Vitoria, Capital Verde Europea 2012, Álava y sus áreas de influencia, imprescindibles para sumar masa crítica, cuentan con potencial y atractivos económicos, empresariales, turísticos, culturales... para disponer de las mínimas conexiones aéreas con el resto de España y Europa.
Pero no se trata de hablar sólo del aeropuerto de Vitoria, sino del conjunto de infraestructuras aeroportuarias vascas, dejando a un lado localismos y agravios comparativos. La competencia ya no es entre ciudades sino entre regiones. Por ello es necesario buscar una solución lo más rentable, sostenible y equilibrada posible para el conjunto del País Vasco, bajo el esquema de un aeropuerto con tres terminales.
Un dato elocuente: el sistema aeroportuario vasco apenas supone el 2% de pasajeros de la red de Aena cuando sólo el aeropuerto de Valencia acapara el 2,5%. Además, y según un estudio de la Cámara de Álava, cerca del 25% de los pasajeros vascos no utiliza como salida ninguno de nuestros tres aeropuertos, tráfico que se canaliza, principalmente, a través de Madrid, Barcelona y Biarritz.
Es preciso, por ello, trabajar con una visión abierta, estratégica y globalizada. Mi propuesta sería configurar una zona de influencia o hinterland que abarque a los cerca de cuatro millones de habitantes del País Vasco y de las provincias cercanas.
Una solución que ponga en valor tanto las inversiones realizadas en los últimos años como las crecientes demandas empresariales, turísticas, culturales y sociales, ante unas perspectivas de creciente utilización del transporte aéreo.
Esa solución pasaría, a mi entender, por la constitución real de un grupo de trabajo integrado, entre otros, por los Gobiernos central y vasco, las Diputaciones forales, los Ayuntamientos y las Cámaras de Comercio Vascas. Su cometido no se debería reducir a una mera labor administrativa.
Un ejemplo de colaboración: hasta hace poco la planta de Mercedes-Benz en Vitoria exportaba a través del Puerto de Barcelona. Hoy lo hace desde los de Bilbao y Pasajes gracias, en gran parte, a la colaboración abierta por la Cámara de Álava a través de Transmodal-Foro de Logística Intermodal.
Es, sin duda, lo más lógico. Rentabilizar al máximo lo que ya tenemos y aprovechar al vuelo todas las oportunidades de transporte de pasajeros y carga, que sin duda se van a presentar.
En pos de esa complementariedad y de beneficios para el conjunto de aeropuertos vascos, Foronda puede y debe jugar un papel fundamental porque dispone de amplísimas posibilidades de crecimiento. Un reciente acuerdo entre el Gobierno Vasco y Aena supondrá la creación en su entorno de un parque empresarial para el desarrollo logístico de actividades aeronáuticas.
Pero existen, además, otras posibilidades que habría que estudiar, sin necesidad de restar a Loiu su actual peso específico. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a apostar por Foronda para operar con vuelos intercontinentales.
Hablo también de un reparto más equitativo entre los tres aeropuertos vascos o terminales de las nuevas rutas y destinos que barajan las compañías. De esta forma, Foronda y Hondarribia podrían convertirse en puntos turísticos de entrada al País Vasco y regiones cercanas, cumpliendo así la función que realiza el aeropuerto de Girona para la Costa Brava y Barcelona.
El País Vasco dispone de buenas infraestructuras aeroportuarias, acaso susceptibles de optimización vía una mejor gestión de su complementariedad no sólo de destinos, sino también explotando la oportunidad diferencial de servicios, tipos de compañías y aeronaves que pueden operar...
Pero la complementariedad debe mirar también a los tiempos. Nuestras infraestructuras han ofrecido buenos servicios en el pasado y en el presente, y lo harán también en un futuro inmediato.
Pero hay otro futuro no tan inmediato pero igualmente real: sociedad globalizada, crecimiento exponencial del turismo, mayores intercambios económicos, multiculturalidad, movilidad geográfica, política internacional de cielos abiertos...
Todo ello supondrá una mayor utilización del transporte aéreo y ello requiere de una infraestructura, como puede ser el aeropuerto de Vitoria, operativa las 24 horas, bien ubicada en la centralidad de un entorno geográfico, dotada de la intermodalidad del tren de alta velocidad, con capacidad para todo tipo de aeronaves y exenta de problemas de convivencia con el entorno urbano más cercano. Una infraestructura común que debe ser objeto de nuestra atención y preparación desde hoy mismo.
Porque el sistema aeroportuario vasco sólo triunfará de verdad si logramos ser más atractivos y competitivos para las grandes compañías. Y en este sentido, habremos dado un gran paso cuando vizcaínos y guipuzcoanos se sientan también orgullosos de su aeropuerto de Vitoria-Gasteiz.
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